LA BELLEZA DE EDUCAR. EDUCAR EN LA BELLEZA (el artículo que inspiró el blogg)
Esta es la realidad
que nos toca vivir pero desde nuestra posición de padres y educadores tenemos
una posición muy aventajada para romper el feísmo y la cultura de la muerte.
Todas las personas tenemos en nuestro corazón algo que nos atrae hacia lo que
es bello, y conste que no me refiero a la belleza que nos venden las marcas de
cosméticos. No conozco a nadie que no se quede mirando con admiración una
puesta de sol, un paisaje de montaña hermoso, un prado florido, la sonrisa
inocente y confiada de un niño o un
cuadro en el que los colores y las formas gocen de armonía.
Igual que Dios nos insufló una
ley natural que nos motiva y recompensa en lo profundo cuando hacemos las cosas
bien, también nos ha dotado de mecanismos psicológicos que nos ayudan a
apreciar y a querer aprehender las cosas bellas. Estas potencialidades, sin
embargo, no pueden desarrollarse sin una correcta educación.
Los estímulos que reciben
nuestros hijos o nuestros alumnos, según se mire, y la forma en la que les
orientemos hacia esos estímulos ayudará mucho a que tengan una conciencia clara
de lo bello, lo correcto. Si esperamos a que dicha interpretación nos las dé el
mundo, la televisión, su pandilla de amigos… estamos perdiendo una baza
decisiva en la educación de nuestros chavales.
Una correcta
secuenciación de los contenidos que pueden
leer o ver, de juegos a los que pueden acceder (las calificaciones por
edades están para algo) puede ser de gran ayuda. Una película nos puede gustar
mucho, pero a lo mejor no es apropiada para nuestros hijos. Como criterio de
discernimiento en este aspecto, las películas violentas no son adecuadas. Si
ellos ven violencia, imitarán, de alguna forma, esa violencia. Si no estamos
seguros de que una película puede o no ser vista, conviene verla primero
poniéndonos en la mente de un niño. Con todo y con eso, debemos acompañar a
nuestros hijos cuando “vean” algo en la tele o una película. Aprovechando para
educar en aquello que consideremos necesario para poder formar la conciencia en
desarrollo de nuestros niños. No es una conducta adecuada dejarles delante de
la tele sin ningún otro control que el del mando a distancia.
Otro factor que nos
puede ser de ayuda a la hora de “educar en belleza” es favorecer un estilo de
ocio basado en el contacto con la naturaleza y el conocimiento (visitar museos,
lugares de interés, parque naturales,…). Estos espacios ofrecen una poderosa
atracción en los niños ya que estos poseen una curiosidad innata que es bueno
satisfacer y a la vez estimular. No es un criterio válido tenerlos jugando con
una vídeo consola a cualquier hora en cualquier lugar. Es verdad que así no
molestan, pero nuestra función como educadores es educarles, no anestesiarles
evitando que nos saquen de nuestra comodidad.
La práctica deportiva es también
una hermosa fuente de distracción siempre y cuando se viva como algo orientado
al crecimiento personal y al disfrute y no para ser la próxima estrella
nacional.
Dentro del estilo de ocio que
podemos fomentar en nuestros chicos además del descrito anteriormente es aquel
basado en actividades plásticas o tecnológicas. Pintar, esculpir, tocar música,
montar maquetas o vehículos de radio- control. Para aquellos que les guste,
incluso, programar en lenguajes informáticos. Todas estas son actividades que
les permiten buscar, no solo la belleza, sino un orden y funcionamiento de las
cosas. Insisto, tenerles enchufados a una pantalla apretando botoncitos para
destrozar monstruos o viendo cómo se destrozan, no es estar educando a nuestros
hijos.
Por experiencia sé que educar en
otro tipo de belleza, de hecho la más importante, la belleza del corazón es una
tarea ardua pero muy gratificante. Si estás leyendo esta revista es porque de
alguna forma estás relacionado con el colegio San Agustín de los Negrales,
quizás eres un alumno, un padre o un profesor. Quizás eres familiar de los
mencionados anteriormente. Pues si has llegado hasta estas líneas del artículo
has de saber que pasarle la fe a nuestros hijos es la mayor fuente de belleza
que podemos aportar en este mundo. La fe en nuestro Señor Jesús, que nos enseñó
que Dios, nuestro padre, nos creó a su gusto, bellos, aunque a veces nos
equivoquemos y hagamos cosas feas. Educar en la fe supone que la nueva
generación busque al Señor, origen de todo bien, que lo busque y que se deje
transformar por Él. Educar en la fe da como fruto que los hijos, los alumnos…
vean en la belleza de todo lo creado la impronta de Dios, que al crear el mundo
“todo lo hizo bien” como dice el libro del génesis. Les permitirá tener una
visión contemplativa de la vida y del mundo y podrán acometer las dificultades
con confianza, sabiendo que es Dios el que está detrás de todo para sacar un
bien de ello. Les permitirá también desarrollar actitudes que les ayudarán a
crear lazos fraternos, comunitarios que ayudarán a extender la belleza.
En definitiva, tengamos criterio
de lo que es bello, busquemos la belleza en todo lo que hacemos y recuerda: no
estamos solos. Jesús siempre está con nosotros y, gracias a Dios, pertenecemos
a una comunidad educativa que va más allá de lo meramente académico. Nuestro
colegio comienza a ser cada vez más una comunidad que busca al Señor en la
forma en la que lo hizo Agustín de Hipona, el cual, enamorado de la belleza del
mundo, se enamoró también de Dios y nos ha abierto un camino para llegar a Él.
Un abrazo a todos.