MIS ARTÍCULOS EN LA REVISTA ARDILLA

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LA BELLEZA DE EDUCAR. EDUCAR EN LA BELLEZA (el artículo que inspiró el blogg)

Hace tiempo que se introdujo en nuestra cultura el concepto del “feísmo”, es decir, formas de entretenimiento, sobre todo audiovisual aunque no solo, basado en elementos poco agradables a la vista. De todos es conocida la abundancia de esculturas oxidadas por las rotondas de nuestros municipios, cuadros representando no se sabe muy bien qué “adornando” las paredes del centro de salud o del ayuntamiento, gran variedad de monstruos a cada cual más horrible se intercambian golpes, disparos,… al encender la televisión en horario supuestamente infantil, la ropa está estampada con calaveras de múltiples diseños y no mencionemos ir a un centro comercial en el mes de octubre. El intento vano de copiar a los norteamericanos ha convertido nuestra fiesta de todos los santos en un festival del macabro gusto y el poco respeto a la propia tradición con el que se engolan, más por ignorancia que por otra cosa, muchas personas de hoy día.
Esta es la realidad que nos toca vivir pero desde nuestra posición de padres y educadores tenemos una posición muy aventajada para romper el feísmo y la cultura de la muerte. Todas las personas tenemos en nuestro corazón algo que nos atrae hacia lo que es bello, y conste que no me refiero a la belleza que nos venden las marcas de cosméticos. No conozco a nadie que no se quede mirando con admiración una puesta de sol, un paisaje de montaña hermoso, un prado florido, la sonrisa inocente y confiada de un niño o  un cuadro en el que los colores y las formas gocen de armonía.
Igual que Dios nos insufló una ley natural que nos motiva y recompensa en lo profundo cuando hacemos las cosas bien, también nos ha dotado de mecanismos psicológicos que nos ayudan a apreciar y a querer aprehender las cosas bellas. Estas potencialidades, sin embargo, no pueden desarrollarse sin una correcta educación.
Los estímulos que reciben nuestros hijos o nuestros alumnos, según se mire, y la forma en la que les orientemos hacia esos estímulos ayudará mucho a que tengan una conciencia clara de lo bello, lo correcto. Si esperamos a que dicha interpretación nos las dé el mundo, la televisión, su pandilla de amigos… estamos perdiendo una baza decisiva en la educación de nuestros chavales.
Una correcta secuenciación de los contenidos que pueden  leer o ver, de juegos a los que pueden acceder (las calificaciones por edades están para algo) puede ser de gran ayuda. Una película nos puede gustar mucho, pero a lo mejor no es apropiada para nuestros hijos. Como criterio de discernimiento en este aspecto, las películas violentas no son adecuadas. Si ellos ven violencia, imitarán, de alguna forma, esa violencia. Si no estamos seguros de que una película puede o no ser vista, conviene verla primero poniéndonos en la mente de un niño. Con todo y con eso, debemos acompañar a nuestros hijos cuando “vean” algo en la tele o una película. Aprovechando para educar en aquello que consideremos necesario para poder formar la conciencia en desarrollo de nuestros niños. No es una conducta adecuada dejarles delante de la tele sin ningún otro control que el del mando a distancia.
Otro factor que nos puede ser de ayuda a la hora de “educar en belleza” es favorecer un estilo de ocio basado en el contacto con la naturaleza y el conocimiento (visitar museos, lugares de interés, parque naturales,…). Estos espacios ofrecen una poderosa atracción en los niños ya que estos poseen una curiosidad innata que es bueno satisfacer y a la vez estimular. No es un criterio válido tenerlos jugando con una vídeo consola a cualquier hora en cualquier lugar. Es verdad que así no molestan, pero nuestra función como educadores es educarles, no anestesiarles evitando que nos saquen de nuestra comodidad.
La práctica deportiva es también una hermosa fuente de distracción siempre y cuando se viva como algo orientado al crecimiento personal y al disfrute y no para ser la próxima estrella nacional.
Dentro del estilo de ocio que podemos fomentar en nuestros chicos además del descrito anteriormente es aquel basado en actividades plásticas o tecnológicas. Pintar, esculpir, tocar música, montar maquetas o vehículos de radio- control. Para aquellos que les guste, incluso, programar en lenguajes informáticos. Todas estas son actividades que les permiten buscar, no solo la belleza, sino un orden y funcionamiento de las cosas. Insisto, tenerles enchufados a una pantalla apretando botoncitos para destrozar monstruos o viendo cómo se destrozan, no es estar educando a nuestros hijos.
Por experiencia sé que educar en otro tipo de belleza, de hecho la más importante, la belleza del corazón es una tarea ardua pero muy gratificante. Si estás leyendo esta revista es porque de alguna forma estás relacionado con el colegio San Agustín de los Negrales, quizás eres un alumno, un padre o un profesor. Quizás eres familiar de los mencionados anteriormente. Pues si has llegado hasta estas líneas del artículo has de saber que pasarle la fe a nuestros hijos es la mayor fuente de belleza que podemos aportar en este mundo. La fe en nuestro Señor Jesús, que nos enseñó que Dios, nuestro padre, nos creó a su gusto, bellos, aunque a veces nos equivoquemos y hagamos cosas feas. Educar en la fe supone que la nueva generación busque al Señor, origen de todo bien, que lo busque y que se deje transformar por Él. Educar en la fe da como fruto que los hijos, los alumnos… vean en la belleza de todo lo creado la impronta de Dios, que al crear el mundo “todo lo hizo bien” como dice el libro del génesis. Les permitirá tener una visión contemplativa de la vida y del mundo y podrán acometer las dificultades con confianza, sabiendo que es Dios el que está detrás de todo para sacar un bien de ello. Les permitirá también desarrollar actitudes que les ayudarán a crear lazos fraternos, comunitarios que ayudarán a extender la belleza.
En definitiva, tengamos criterio de lo que es bello, busquemos la belleza en todo lo que hacemos y recuerda: no estamos solos. Jesús siempre está con nosotros y, gracias a Dios, pertenecemos a una comunidad educativa que va más allá de lo meramente académico. Nuestro colegio comienza a ser cada vez más una comunidad que busca al Señor en la forma en la que lo hizo Agustín de Hipona, el cual, enamorado de la belleza del mundo, se enamoró también de Dios y nos ha abierto un camino para llegar a Él.

Un abrazo a todos.